viernes, 29 de diciembre de 2017

Sandra López


EXTENDIENDONOS A LA META 



Ante la llegada del año nuevo, generalmente esperamos que el próximo sea mejor que el anterior, y le atribuimos esa diferencia a situaciones externas a nosotros, aunque en realidad son fruto de nuestras propias decisiones.

No hay cambios sin resoluciones.

Para lograr cambios, primero tenemos que ver las cosas que jamás habíamos visto, entre ellas, impedir ser atrapados por el pasado; levantarnos del fracaso; tener en claro siempre nuestros objetivos; dejar de preocuparnos; superarnos todos los días; tratar de identificar nuestras oportunidades; prepararnos todos los días de la mejor manera; buscarle siempre el lado positivo a la vida; descubrir que dentro de cada problema se encuentra la semilla de la solución; enfrentar las dificultades de una a la vez y evitar que la ansiedad nos quite las fuerzas. Cuando nos encontramos rodeados de problemas, lo primero que se desata es la ansiedad que nos consume y nos quita las fuerzas.

Al respecto, la Biblia dice que cada día tiene su propia preocupación, así que no hay que cargarse de mayores problemas que los que cada día tiene.
Pues la ansiedad hace que llevemos sobre nuestros hombros los problemas de hoy, de mañana y los de la semana que próxima.
Por lo tanto, necesitamos vivir y enfrentar las dificultades un día a la vez. Tu destino se relaciona con cosas grandes, no con pequeñeces.
Sentirnos satisfechos con menos de lo deseado contribuye a empequeñecernos.

Detente por un momento y haz el siguiente ejercicio y piensa: ¿Dónde anhelabas llegar con tu vida? Compáralo con el sitio donde te encuentras en este mismo momento.
¿Cuál es el resultado?

Si no te encuentras en el lugar correcto, es el momento de tomar una decisión.
Nada cambiará si no inicias una acción para que esto suceda. «Para alcanzar los lugares que nunca antes has alcanzado, deberás hacer lo que jamás habías hecho.» No aceptes resignadamente tu presente, no te sientas satisfecho con lo que has logrado hasta aquí, no te acostumbres a vivir por debajo de tu nivel, con el mínimo de tus infinitos recursos.
Comienza bien este nuevo año, continúa bien. Apunta alto.
No te justifiques pensando: «Al menos lo intenté».
Los premios no son para los que participan de la carrera, sino para los que la acaban.
¡Levántate, tú puedes lograrlo!
¡No te quedes a mitad de camino!
¡Avanza!

Toma para ti las palabras del apóstol Pablo y extiendete a lo que está adelante.
Dios tiene planes buenos y de paz paa nosotras este nuevo año.
Corramos la carrera con paciencia hasta alcanzar el premio supremo.

Muchas bendiciones para ti y tu familia.
Bendecido 2018.


RECUERDA DIOS TE AMA Y NOSOTRAS TAMBIEN.


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